El Poder Perdido del Consumidor
- miradaproductiva
- 17 may 2016
- 1 Min. de lectura

Diariamente llevamos a cabo compras de productos que nos resultan necesarias para la subsistencia diaria, por ejemplo, alimentos, ropa, accesorios, etc. Para abastecernos de esos productos recurrimos a grandes almacenes, o a plazas donde venden un sinnúmero de mercancías con nombres rimbombantes y con formas extrañas o exóticas, su única finalidad es capturar nuestra atención para que los compremos sin que nos cuestionemos absolutamente nada. Aquí no acaba la historia, hay preguntas interesantes sin responderse: ¿A quién beneficiamos con nuestras compras?, ¿Por quién fue elaborado el producto?, ¿Por cuántos intermediarios paso el producto y cuánto se incrementó el precio?, ¿De dónde viene el producto que compramos?, ¿Cuál es la calidad del producto que estamos comprando?, ¿Es amigable con el medio ambiente y por tanto sostenible a largo plazo?.
Estamos seguros que si pudiéramos responder a estas preguntas podríamos dirigir de mejor manera nuestras compras y por tanto a quién realmente queremos apoyar. Pero aceptémoslo somos malos compradores… y no es regaño, lo entendemos. Salir del trabajo, enfrentarse a un tránsito horrible, escuchar malas noticias en la radio, tener que llegar a sacar al perro, y aparte investigar sobre cada producto que compremos para que nos permita tener una responsabilidad ética… lo hace casi imposible.
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